LECTURA DEL FIN DE SEMANA

“Raíz que no desaparece”. Los desaparecidos en México y la lucha de las madres buscadoras.

   

Un estadio mundialista en Guadalajara rodeado de restos humanos no es una metáfora, es una escena real del México contemporáneo. El reciente artículo de El País, “Un estadio mundialista rodeado de cadáveres”, expone una de las imágenes más brutales de la crisis de desapariciones forzadas en el país ya que en los alrededores de una futura sede del Mundial 2026. Colectivos de búsqueda han localizado cientos de bolsas con restos humanos. La modernidad y el espectáculo deportivo conviven, así, con una violencia soterrada que no encuentra justicia ni respuestas.

 

México vive desde hace años una crisis humanitaria marcada por más de cien mil personas desaparecidas. La ausencia no es solo física, es jurídica, política y simbólica. Frente a la inacción y en muchos casos la complicidad de las instituciones, surgieron los colectivos conocidos como “madres buscadoras”, mujeres que transformaron el duelo en acción y la desesperación en una ética de la búsqueda de sus familiares.

 

Las madres buscadoras no son activistas profesionales ni investigadoras forenses formadas en academias. Son mujeres que aprendieron a leer la tierra, a identificar olores, a reconocer fragmentos de hueso, a excavar con palas, varillas y hasta con las manos desnudas. Buscan a sus hijos, hijas, hermanos, parejas; pero en el camino encuentran a muchos otros.

 

Estas mujeres trabajan en condiciones extremas, sin protección estatal, expuestas a amenazas del crimen organizado y a la revictimización institucional. Buscan en descampados, basurales, montes y periferias urbanas, allí donde el Estado dejó de mirar. Su tarea no solo revela cuerpos, también revela la magnitud de la impunidad y el abandono.

 

El artículo de El País aporta datos, contexto y una imagen devastadora del presente y la literatura, por su parte, ofrece otra dimensión: la del dolor vivido desde adentro. En ese cruce se inscribe “Raíz que no desaparece”, de Alma Delia Murillo, una novela que dialoga directamente con la experiencia de las madres buscadoras.

 

Murillo no escribe desde la distancia, acompaña, escucha y transforma esos relatos en una ficción profundamente enraizada en lo real. La novela se centra en una madre que busca a su hijo desaparecido, guiada tanto por indicios concretos como por sueños, intuiciones y recuerdos. Lo que para el discurso oficial es irracional, para estas mujeres es una forma de conocimiento, buscar es también creer que el otro sigue existiendo.

 

El título de la obra las raíces de árboles que crecen sobre los cuerpos de los desaparecidos condensa también un núcleo simbólico, la raíz que no desaparece es la memoria, el vínculo, el amor que persiste incluso cuando el cuerpo no está. Frente a un sistema que administra el olvido, la novela propone una poética de la resistencia.

 

Tanto el periodismo como la literatura coinciden en un punto esencial, las desapariciones no son un problema privado de las familias afectadas, sino una fractura colectiva. Cada cuerpo sin nombre, cada fosa clandestina, cada búsqueda autogestionada pone en evidencia una pregunta incómoda: ¿qué tipo de sociedad tolera la desaparición masiva de personas?

 

Las madres buscadoras no solo buscan restos; buscan verdad, justicia y reconocimiento. Su presencia incómoda desarma el relato oficial del progreso y obliga a mirar lo que se esconde bajo la superficie. En ese sentido, Raíz que no desaparece funciona como un dispositivo de memoria e impide que la violencia se normalice.

 

Alma Delia Murillo es escritora y periodista mexicana. Su obra se caracteriza por un fuerte compromiso con los temas sociales, la violencia contemporánea y las experiencias de las mujeres en contextos de desigualdad. Ha trabajado durante años en crónica y narrativa, y su escritura combina sensibilidad literaria con una mirada crítica sobre el presente.

 


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