¿Apto físico para entrenar o solo para hacer zapping en Netflix?: una historia ligada a la salud y al deporte
Arnaldo Quiroga es un profesional que entendió que la medicina del deporte "no es solo un trámite", sino un compromiso con la vida y la integridad de quienes ponen el cuerpo día a día. Compartimos la reflexión de su hijo, Horacio.
por REDACCIÓN CHUBUT 28/03/2025 - 08.41.hs
Trelew es cuna de grandes deportistas y de profesionales que dejaron huella en su comunidad. Uno de ellos es el doctor Arnaldo Ramón Quiroga, cardiólogo y deportólogo, cuya pasión y entrega marcaron a generaciones de deportistas. Su hijo, Horacio Quiroga Sampayo, recordó con profunda admiración el legado de su padre en una publicación que rápidamente resonó entre quienes lo conocieron y respetaron.
"Durante años, acompañé a mi padre, el Dr. Arnaldo Ramón Quiroga, en la evaluación de cientos de deportistas. De esos de verdad: tipos que entrenaban todos los días, que competían cada fin de semana, que conocían el agotamiento real... no el teórico", escribió Horacio. Su testimonio no solo es un homenaje, sino también una fuerte crítica a cómo han cambiado los métodos de evaluación física en la actualidad.
Horacio pone el foco en la diferencia entre la rigurosidad con la que su padre realizaba los exámenes y la liviandad con la que hoy, en muchos casos, se entregan los certificados de apto físico. "Hoy, en cambio, los test de 'apto físico' se hacen con protocolos suaves, a veces interrumpidos por el operador cuando se alcanza el 89% de una frecuencia cardíaca 'máxima teórica' basada en fórmulas generalistas", denuncia.
El mensaje de Horacio es claro: no se puede evaluar con la misma vara a un sedentario y a un deportista de alto rendimiento. "El sedentario común rara vez, o nunca, eleva su frecuencia cardíaca cerca del máximo teórico. Su sistema cardiovascular no está acostumbrado al esfuerzo. Pero el deportista trabaja con el corazón todos los días. Entonces, ¿qué sentido tiene evaluar a alguien que entrena a 180 latidos por minuto con una prueba que se corta en 149?", cuestiona.
En su emotiva publicación, también recuerda casos concretos de atletas que, gracias a los exámenes rigurosos que realizaba su padre, pudieron detectar problemas de salud a tiempo. "Durante las ergometrías que hacíamos con mi padre, vi aparecer arritmias solo al final de la prueba. Vi presiones arteriales dispararse como cohetes en los últimos segundos. Vi gente desmayarse por el esfuerzo... y no por estar enferma, sino porque el cuerpo, exigido, muestra lo que esconde en reposo", relata.
Arnaldo Quiroga no solo dejó un legado profesional, sino también una enseñanza de vida: el respeto por el esfuerzo, la dedicación y la importancia de hacer las cosas bien. Hoy, ya retirado de la práctica médica debido a problemas de memoria, su filosofía sigue viva en quienes lo conocieron y aprendieron de él. "Desde que mi padre no ejerce más, me quedó marcada esa forma de trabajar. El conocimiento fue su vida", concluye Horacio con emoción, mientras que en el cierre de su posteo en su red social dejó un interrogante y la reflexión correspondiente:
¿Y hoy? ¿Qué estamos haciendo?
Desde que mi padre no ejerce más —lamentablemente, por pérdida de memoria—, me quedó marcada esa forma de trabajar.
El conocimiento fue su mayor virtud, y me enseñó a nunca subestimar el riesgo, ni a los atletas, ni la responsabilidad de un apto.
Por eso, sigo pidiendo ergometrías a mis alumnos.
Para prevenir. Para descartar riesgos. Para cuidarlos como corresponde.
Pero lo que me encuentro hoy es decepcionante.
Ignorancia o fiaca. No sé qué es peor.
Nunca más vi una ergometría deportiva. Solo submáximas. Incluso de deportólogos.
¿A qué jugamos?
¿A “no tengo ganas”?
¿A “no tengo tiempo”?
¿A “quiero facturar”?
Estamos jodidos.
¿Apto para competir o apto para facturar?
Vos elegís.
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