LECTURA DEL FIN DE SEMANA

“Maniac” de Benjamin Labatut. De la inteligencia artificial a la neurodiversidad de las altas capacidades.

En “Maniac”, Benjamín Labatut pone en el centro de la escena temas como el pensamiento, el genio y sus consecuencias. El libro reconstruye y ficcionaliza la vida de figuras que moldearon el desarrollo de la ciencia en los siglos XX y XXI . Dedica uno de sus tramos a la historia del ajedrez, el go y la inteligencia artificial con la serie de partidas entre Lee Sedol y el programa de DeepMind que marcó un antes y un después en la percepción pública sobre las máquinas pensantes. Allí aparecen, en primer plano, personajes como Demis Hassabis, el investigador y emprendedor que cofundó DeepMind, y el desarrollo de programas como AlphaGo, cuyo triunfo simbolizó el salto de la IA contemporánea. 

 

La figura de Demis Hassabis, presentada por Labatut como parte de ese paisaje de talentos extremos y obsesiones científicas, es interesante para contextualizar un tema mucho más cercano y cotidiano como el de las personas con “altas capacidades”, un espectro de formas de neurodivergencia que incluye talento intelectual, rapidez de procesamiento, pensamiento divergente y muchas veces, modos de aprendizaje y relación distintos al estándar escolar. 

 

Las “altas capacidades” se caracterizan por la singularidad cognitiva, el desarrollo acelerado de habilidades, y con frecuencia, la falta de entornos adaptativos que comprendan y acompañen esas diferencias. No son únicamente “ser muy inteligente” ya que suelen traer necesidades pedagógicas específicas como enriquecimiento curricular, ritmos de trabajo diferentes, proyectos de profundización, demandas socioemocionales (perfeccionismo, frustración por el aburrimiento, dificultad para encajar con pares) y también la necesidad de atención interdisciplinaria (psicopedagogía, orientación vocacional, apoyo familiar). 

 

Construir entornos inclusivos para las altas capacidades implica cambios concretos como la formación docente específica para detectar y acompañar talentos; diseños curriculares flexibles que permitan profundizar sin penalizar la trayectoria escolar; espacios para el trabajo colaborativo entre pares con intereses semejantes; y políticas públicas que reconozcan estos perfiles como parte de la diversidad educativa y no como excepciones que deben arreglarse individualmente.

 

En la Argentina hay organizaciones que vienen impulsando esta visibilización y trabajando con familias y escuelas para fortalecer las respuestas educativas. Una de ellas, con presencia activa en redes y comunidades, es la “Asociación Altas Capacidades Argentina” que busca generar información, espacios de encuentro y herramientas prácticas para docentes y familias.

 

En la provincia del Chubut ya hay iniciativas legislativas que ponen sobre la mesa el “abordaje de estudiantes con altas capacidades intelectuales”, y que proponen la formación docente y la implementación de estrategias pedagógicas diferenciadas dentro del sistema educativo provincial. 

 


Esos pasos institucionales, si se traducen en leyes y programas concretos como la formación continua, recursos para escuelas, protocolos de identificación y seguimiento, pueden transformar la cotidianeidad de docentes y estudiantes en las aulas chubutenses

 

Labatut en su libro “Maniac” nos muestra que la historia del conocimiento está hecha de mentes excepcionales. Si queremos que los talentos humanos, en su variedad, aporten al futuro sin pagar un costo individual insoportable, hace falta mirar la política educativa con la misma seriedad con la que miramos los avances tecnológicos. Proteger, potenciar y normalizar la atención a las altas capacidades no debería ser una concesión para “niños superdotados” sino una inversión en justicia educativa y en la construcción de sociedades más ricas en creatividad y pensamiento crítico.

 


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