INDIA Y SUS MINAS DE URANIO I
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La primera mina de uranio del país se descubrió en la aldea de Jaduguda en el distrito de Purbi Singhbhum del estado indio de Jharkhand, está en operación desde 1967, y se convirtió en el caso emblemático dentro de los movimientos antinucleares en India.
La zona donde se encuentra la mina está habitada en su mayoría por poblaciones adivasi (indígenas santhal, munda, ho, oraon, etc.), comunidades campesinas y tribales que dependen de la agricultura de subsistencia y del agua local.
Jaduguda se convirtió en el centro neurálgico de la minería de uranio india, con varias minas subterráneas y plantas de procesamiento, y con estanques de relaves radiactivos a cielo abierto.
Los movimientos antinucleares denunciaron altos índices reportados de cáncer, malformaciones congénitas, infertilidad, abortos espontáneos y deformidades físicas en poblaciones cercanas.
Estudios independientes de organizaciones no gubernamentales y de médicos, han señalado correlación entre la exposición radiactiva y las enfermedades denunciadas.
Por supuesto, la empresa Uranium Corporation of India Limited (UCIL) operadora de las minas de uranio y el Department of Atomic Energy han negado sistemáticamente una relación causal directa.
Lo innegable es que los estanques de relaves, que almacenan lodos radiactivos, se construyeron sin protección adecuada. Se han registrado filtraciones hacia ríos y acuíferos.
Campesinos y pescadores locales aseguran que la tierra y el agua están contaminadas, reduciendo la productividad agrícola y matando peces.
Los mineros trabajaban expuestos a radiación y polvo de uranio, sin equipos de protección adecuados. Hubo numerosos accidentes laborales poco documentados y falta de compensación.
La población local denunció que no hubo consulta ni consentimiento informado antes de iniciar la minería. Se perdieron tierras agrícolas y hubo desplazamiento de comunidades.
Desde los años 1990 se organizaron las primeras protestas visibles contra UCIL. Se formaron colectivos como el Jharkhandi Organisation Against Radiation (JOAR), integrado por pobladores, activistas locales y ONGs.
Estas organizaciones hicieron campañas de concientización, marchas, documentales y contacto con medios internacionales y, por supuesto, sufrieron represión: los líderes comunitarios han enfrentado hostigamiento, acusaciones judiciales y vigilancia policial.
ONGs como Greenpeace y grupos médicos de India y el extranjero, han difundido informes sobre los efectos de Jaduguda. En 1999 y 2000, algunos reportajes internacionales, incluidos documentales llevaron el tema a la prensa global.
El caso se convirtió en símbolo del “costo oculto de la energía nuclear en India”, mostrando que la minería de uranio genera impactos graves antes incluso de producir electricidad.
Las minas de Jaduguda han enfrentado periodos de cierre temporal, pero actualmente la extracción de uranio en la zona continúa.
El movimiento local se mantiene activo, aunque con recursos limitados y bajo fuerte presión estatal.
La problemática de salud y contaminación sigue siendo objeto de denuncia, pero el gobierno indio considera estratégica la producción de uranio y mantiene hermetismo sobre la situación.
Jaduguda representa la cara más oscura del ciclo nuclear en India, donde comunidades vulnerables han pagado el costo ambiental y sanitario de la política nuclear, y se ha consolidado uno de los movimientos populares antinucleares más persistentes del país.
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