TRUMP IMPULSA EL RENCIMIENTO NUCLEAR EN FORMA SUICIDA II
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Las cinco órdenes nucleares imprudentes y aceleradas que suscribió Trump el 23 de mayo pasado destruirán la supervisión de seguridad y pondrán en peligro al pueblo norteamericano. Lo malo es que no solo arriesga al pueblo de su país, sino que puede afectar al mundo.
En nota anterior vimos cómo las ordenes dejarán a la Agencia Reguladora Nuclear (NRC) inoperante en un futuro próximo.
La sonrisa de estos funcionarios norteamericanos deja clara su inconciencia e irresponsabilidad.
La NRC ha recibido la nueva misión de facilitar la energía nuclear a expensas de la salud pública y la protección del medio ambiente. Pero es muy comprometido aceptarla y o tiene por qué hacerlo.
Si embargo no hay evidencia de una resistencia formal o pública fuerte de la NRC que rechace rotundamente las órdenes, no se lanzó una demanda sustancial o una declaración mayor de desobediencia.
Solo se observan indicios de resistencia interna o cautela: Al mismo tiempo, la agencia ajustó su discurso y procesos para alinearse más con la nueva dirección del Ejecutivo, lo que sugiere una aceptación de facto de las nuevas órdenes, aunque con insignificantes salvaguardas.
A menos que la Corte Suprema diga lo contrario, no está nada claro que las agencias independientes estén obligadas a acatar las órdenes ejecutivas, y como agencia independiente, la NRC estaría justificada al rechazar cualquier intento de negar la razón principal del Congreso para crearla en 1974.
El presidente de la NRC puede demostrar su carácter rechazando el intento burdo y posiblemente ilegal del presidente Trump de destruir efectivamente la Comisión Reguladora Nuclear y socavar su autoridad, para proteger al público de orden tan desastrosa, por parte de la industria nuclear. Pero hasta ahora el presidente de la NRC nada demostró.
Durante décadas, la industria nuclear ha atribuido al exceso de regulación los sobrecostos y retrasos que han plagado los nuevos proyectos y la han hecho perder la confianza de los inversores. Ahora, estas peligrosas órdenes ejecutivas llevan el péndulo al otro extremo. Si la NRC las cumple y se limita a dar el visto bueno, el público correrá un riesgo cada vez mayor. Solo el tiempo dirá si la industria, incluso sin la supervisión y la regulación necesarias, puede construir centrales a tiempo y dentro del presupuesto, o si finalmente tendrá que afrontar las verdaderas causas de su fracaso.
La administración se cubrió las espaldas emitiendo además otras órdenes que eludirían por completo el proceso de licencias de la NRC.
Dichas fomentan la aprobación de reactores dentro del ámbito de competencia de los Departamentos de Defensa y de Energía. Esto tendría un impacto negativo en la seguridad nuclear en ambos casos: Defensa carece de la experiencia necesaria para realizar dichas revisiones; y la autorregulación de las centrales nucleares por parte de Energía se vería afectada por conflictos de intereses, ya que la agencia se beneficiaría directamente de la aprobación de estos proyectos. Prácticamente se estaría controlando a sí misma.
Una orden exige el despliegue de reactores para alimentar centros de datos de inteligencia artificial en las instalaciones del Departamento de Energía, incluso si son de propiedad y operación privadas. Si esta orden realmente amplía la autoridad del Departamento de Energía para aprobar reactores con fines comerciales es una cuestión de legalidad compleja.
Existe una clara intención de marginar a la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) y el relativamente alto nivel de participación pública y transparencia que ofrece la agencia en comparación con los departamentos de Defensa y Energía.
LA SEGURIDAD NUCLEAR AL BORDE DEL PRECIPICIO. La falta de resistencia de la NRC la hace cómplice de semejante irresponsabilidad.
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