Historias

La historia de Nico y Leo: amistad, fútbol y vueltas olímpicas

POR GUSTAVO GÓMEZ
 

por REDACCIÓN CHUBUT 18/12/2024 - 12.49.hs

J.J. Moreno se coronó campeón por tercera vez en la Liga de Fútbol del Valle del Chubut, pero entre los festejos y abrazos, la historia de dos de sus referentes brilló como el verdadero corazón del triunfo. Nicolás Egurza y Leonel Contrera, amigos de toda la vida, volvieron a dar juntos una vuelta olímpica. Pero esta vez, el logro tiene un sabor especial: lograron el título de Primera División, la última deuda pendiente en una trayectoria compartida que comenzó hace más de dos décadas.

 

EL ORIGEN DE TODO

 

Se conocieron en 2001, en el mismo lugar que los vio consagrarse el último fin de semana: el club J.J. Moreno. La categoría 1995, dirigida por Juan José Moreno, fue el escenario donde estos dos pequeños empezaron a construir su amistad y sus carreras deportivas.

 

En aquel entonces, Leo defendía el arco mientras Nicolás comandaba el mediocampo con su habilitad y visión de juego. Junto al goleador Juan Merlo, formaron un tridente inolvidable que llevó a esa categoría a hacer historia en la LIFA (Liga Infantil de Fútbol Amateur). Desde 2002 hasta 2005, ese equipo permaneció invicto, rompiendo la hegemonía de potencias como Patio Grande, Comercio y Barracas Central, recordados equipos de aquellos tiempos.

 

“Cuando llegué al club, jugaba como defensor, pero enseguida el ‘Yaya’ (Juan Moreno) me puso en el arco porque me vio condiciones ahí”, recuerda Leo. Su porte físico, reflejos y talento marcaron el inicio de una carrera sólida. Por su parte, Nico, que comenzó jugando en Barrio Sur a los cinco años, encontró en Moreno su hogar futbolístico al año siguiente. Aunque el recibimiento inicial de sus compañeros fue distante, pronto dejó claro que tenía lo necesario para hacer del equipo algo aún mejor.

 

DE TÍTULOS INFANTILES A UN VÍNCULO INDESTRUCTIBLE

 

Más allá de los éxitos deportivos, forjaron un vínculo que trascendió la cancha. Desde los seis años, su relación se construyó en entrenamientos, partidos y momentos compartidos fuera del fútbol. “La familia de Nico es mi familia”, dice Leo, orgulloso. Hijo único, criado por su madre Josefa Contrera, encontró en los Egurza un hogar. “Hernán Egurza fue para mí la figura paterna que no tuve, siempre me aconsejó y me escuchó”, agrega.

 

Tras destacarse en categorías juveniles, la vida los separó momentáneamente. Nicolás se mudó a Buenos Aires para estudiar Comunicación, dejando el fútbol en un segundo plano. Sin embargo, en los veranos regresaba a Puerto Madryn y se sumaba a las pretemporadas, pero sin poder disputar torneos oficiales. Leo, en cambio, se afianzó como arquero de Primera División, convirtiéndose en una pieza clave del equipo Naranja.

 


La pandemia aceleró sus planes para regresar a la ciudad. Al poco tiempo, ya instalado nuevamente en Puerto Madryn, Egurza debutó en Primera División. El destino, una vez más, los había juntado.

 

EL TÍTULO QUE FALTABA

 

Este año, lograron lo que tanto soñaron desde niños: ser campeones en Primera División con la camiseta de J.J. Moreno. Lo hicieron junto a una nueva camada de jóvenes talentos y con referentes históricos del club como Martín Bianchi y Gonzalo Peña, quienes aportaron experiencia en momentos clave.

 

Para Leo, esta conquista tiene un sabor especial: “Fue increíble dar la vuelta con Nico. Es como cerrar un ciclo que comenzó hace más de veinte años”.

 

Para Nico, este logro llega en un momento inmejorable: lleva un año de casado con Constanza, su amor desde tiempos adolescentes, y están esperando a su primera hija, Elena. Por supuesto, Leo fue testigo de su casamiento, como símbolo de esa amistad que ha superado el paso del tiempo.

 

La historia de ellos es mucho más que fútbol. Es un relato de perseverancia, sueños compartidos y valores que se transmiten dentro y fuera de la cancha. Su amistad, tejida entre entrenamientos y competencias, se fortaleció con el tiempo, convirtiéndose en un vínculo indestructible.

 

Juntos, demostraron que el fútbol es mucho más que un deporte: es una escuela de vida. Y en ese camino, los títulos y las vueltas olímpicas son el telón de fondo de una historia que tiene como verdadero triunfo la hermandad.

 

J.J. Moreno festeja su tercera estrella en la Liga del Valle, pero el brillo más especial está en la historia de estos dos amigos que, después de tantos años, siguen cumpliendo sueños juntos.

 

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