Carta del Lector

Los pequeños reactores modulares no salvarán la energía nuclear III

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Los pequeños reactores modulares (SMR) son el último sueño brillante de la industria nuclear. Ahora, en un nuevo siglo, la industria ha regresado con los pequeños reactores modulares (SMR). El argumento es que la producción en cadena garantizará la calidad y reducirá los costos.

Las cadenas de montaje pueden replicar defectos con la misma eficiencia con la que replican piezas. En la década de 1970, una fábrica de Chattanooga tenía todas las vasijas de los reactores con soldaduras contaminadas. Seis reactores llegaron a sus instalaciones con daños inducidos por la fábrica, lo que limitó su vida útil y redujo su eficiencia.

 

Todos los generadores de vapor construidos para reactores estadounidenses han fallado prematuramente. Los de reemplazo también han fallado, a veces en menos de un año. Los SMR usarán la misma tecnología, pero de alguna manera se supone que debemos creer que el resultado será diferente esta vez.

 

Los primeros prototipos, aproximadamente del tamaño de los SMR actuales, fallaban con frecuencia, a veces de forma catastrófica. El infame reactor SL-1 en Idaho explotó, matando a sus tres operadores. El Wall Street Journal calificó estas plantas como "limones atómicos": más costosas y menos eficientes de lo que se esperaba.

 

Las centrales nucleares pueden ser poco fiables. En la Unidad 1 de Millstone, la planta estuvo cerrada durante meses debido a repetidas fallas mecánicas. Se solucionaba un problema para encontrar con el mismo problema un año después.

 

La novedad genera incertidumbre. Si bien los SMR y los reactores nucleares convencionales se clasifican como reactores atómicos, las similitudes terminan ahí. Las diferencias mecánicas y eléctricas entre estos dos conceptos son profundas, y los SMR introducen una serie de nuevos desafíos de ingeniería que no se han analizado ni probado exhaustivamente en las centrales nucleares tradicionales, lo que podría contrarrestar los beneficios supuestos y prolongar el camino hacia un despliegue fiable.

 

Cada uno de estos cambios introduce nuevas oportunidades de fracaso, ninguna bien comprendida y todas costosas de solucionar. Los SMR presentan una serie de problemas no probados, incluyendo el uso de uranio altamente enriquecido, casi apto para armas nucleares, lo que genera preocupaciones sobre proliferación y seguridad.

 

En todo caso, su menor tamaño agrava algunos problemas. Debido a sus núcleos compactos, los SMR pueden filtrar más neutrones que los reactores convencionales, lo que provoca daños más complejos en el propio reactor nuclear y en diferentes flujos de residuos radiactivos, residuos más difíciles y costosos de gestionar y eliminar.

 

Así pues, a pesar de la promesa “modular”, cada SMR sigue siendo una enorme pieza de infraestructura radiactiva, que requiere el mismo nivel de seguridad, planificación de emergencia y gestión de residuos a largo plazo que cualquier otro reactor nuclear.

 

Con los SMR, se asume todo el riesgo y la complejidad, pero con costos aún mayores por unidad de energía producida, debido a la pérdida de economías de escala. Por eso, la energía nuclear nunca ha sido financieramente viable. Cada planta construida en Estados Unidos requirió subsidios públicos, y cada intento de reducir los costos unitarios mediante el aumento del tamaño del reactor, el diseño de la planta en módulos de fábrica o la eliminación de dispositivos de seguridad ha terminado en desastre o decepción.

 

Promesas incumplidas

 

El nuevo discurso de la industria —que la producción en masa de SMR reducirá los costos— ignora las duras lecciones de las economías de escala. En la energía nuclear, siempre se supuso que cuanto más grande, mejor. ¿Ahora, de repente, la respuesta es más pequeña? Eso no es innovación; es desesperación.

 

¿Qué mejor ejemplo de promesas incumplidas que el tan publicitado proyecto de reactores de tamaño pequeño (SMR) NuScale en Utah, que iba a ser el primer SMR construido en Estados Unidos? Sin embargo, el pasado noviembre, alegando el alza de los costos, la Asociación de Sistemas de Energía Municipal de Utah (UAMPS) canceló el proyecto. Anunciado en 2015, el proyecto UAMPS preveía la construcción de 12 reactores para 2023 con un costo de 3000 millones de dólares. Para cuando se canceló en noviembre, las estimaciones de costos se habían triplicado.

 

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